Significado de la palabra Velador
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Este término posee varias acepciones. La primera es aplicable a vigilantes nocturnos, quienes reciben este adjetivo por velar durante las horas nocturnas para el resguardo de inmuebles u otras edificaciones, urbanismos o incluso lotes de terrenos.
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El sinónimo de velador en países centroamericanos es el de sereno, mientras que en países como Venezuela, muy coloquialmente se les denomina “guachiman” una españolización de la palabra inglesa watch-man (literalmente hombre que mira o vigila).
Otro sinónimo es el de celador. Este último es más aplicable a aquellos cuidadores permanentes de cementerios y camposantos, y etimológicamente alude al hecho de guardar con celo el descanso eterno de los difuntos en sus tumbas.
Otra acepción del término es una mesa pequeña, generalmente redonda y de un solo apoyo central, que durante años era empleada para la colocación de velas, candelabros e iluminadoras, mientras no se usó la iluminación eléctrica, de allí deriva su nombre.
Los veladores más sencillos eran plegables y de materiales aunque resistentes, más económicos. Asimismo existen veladores más costosos con topes o tableros de mármol u otro material costoso, usualmente, estas últimas no son plegables.
De manera similar, las pequeñas mesas colocadas a ambos lados de una cama, en algunos países reciben el calificativo de veladores por llevar a cabo una función similar a las mesas ya citadas en las habitaciones privadas.
Más recientemente, y asociada a la idea de iluminación nocturna, se denomina velador a la pequeña lámpara eléctrica que se coloca en las mesas de noche adjuntas a la cama. Generalmente son de baja potencia y se emplean para la lectura nocturna.
En síntesis, un velador puede ser aplicado a una persona, un cuidador nocturno, o a cualquier tipo de mobiliario auxiliar, destinado a la iluminación nocturna en el interior de los hogares y salas de reunión.
Breve historia de los veladores como mobiliarios
Las mesas de tipo velador adquirieron su fama y versatilidad durante el siglo XVIII. El tipo de iluminación de interiores empleado velas y lámparas de aceite hacía necesario el empleo de mobiliario adaptado para tal fin.
En un principio, grandes candelabros de hierro forjado se utilizaban para la colocación de velas y bujías iluminantes, pero eran muy poco versátiles, ocupando mucho espacio para cumplir una sola función útil en el interior.
Inspirado en estos grandes candelabros, ebanistas ingleses diseñaron diversos tipos de mesas, cuya base o pie era de un diseño que emulaba el de los grandes candelabros, es decir un solo pie o vástago central.
Dicho pie central desciende desde la tabla o tope hasta el piso, donde se ramifica en tres, cuatro y hasta cinco tabiques o zancos distribuidos en forma de estrella simétricamente en el piso para garantizar la estabilidad del tope o tabla.
Luego de observaciones minuciosas se determinó que el diseño más efectivo era el de tres zancos. Las pequeñas mesas al sufrir desgastes en dichos zancos, se desestabilizaban, mientras que las de tres tabiques conservaban su estabilidad a pesar del uso.
De allí se hizo popular el diseño de un solo vástago central hasta descender al piso y ramificarse en tres zancos, y se popularizó el uso de veladores como mesas auxiliares para colocar no solo la iluminación, sino objetos diversos, alimentos y hasta decoraciones.
En los cafés y pub ingleses también se usaron veladores como mesas auxiliares, para colocar las bebidas, distribuyendo sillas a su alrededor, y así poder disponer de un mobiliario cómodo para trasladarlo, y versátil al modificar su distribución espacial.
La necesidad de disponer mesas bajas pequeñas para la iluminación de dormitorios inspiró igualmente a los diseñadores a crear mesas pequeñas, destinadas a soportar fuentes de iluminación portátil, ya sean velas, lámparas de aceite o las modernas eléctricas.
Un juego de dormitorio no está completo si a ambos lados de la cabecera de las camas no tiene un par de mesitas bajas o veladores, diseñados como una mesa convencional de forma rectangular, pero muy baja, a la altura de la cama.
Los veladores en la literatura y el folklore
En la literatura universal los veladores son vistos como figuras lúgubres, generalmente de pocos amigos y solitarios, sin familiares, aunque esto último es una idea tácita que sugiere la lectura apresurada de la narrativa.
La figura más común de velador o celador es ese personaje de oscuro vestir que resguarda los cementerios en la literatura de horror, que también desempeña la profesión de cavador y enterrador del camposanto.
Por lo general es un personaje amoral, casi una personificación de la muerte misma, cuyo único fin es estar al final del camino para resguardar (y recordar) lo que a la mayoría de la gente común le aterra, la muerte y el fin de la existencia.
Igualmente los serenos o veladores nocturnos que cuidan urbanismos y vecindarios son figuras grises, que en el imaginario latinoamericano normalmente asociamos a ánimas y espíritus en pena.
Aunque modernamente ya casi no existe esta figura, en vecindades de antaño era normal escuchar el andar de los serenos en las calles a cada hora fija de la noche y madrugada, a veces acompañado de un pregón o lema particular, o un silbatazo especifico.
Durante los desvelos, se podía escuchar en las afueras de la casa, en calles y avenidas las idas y vueltas de los veladores. Ese temor de no estar seguro si lo que uno escuchaba se trataba de los pasos de un sereno o un espectro, inquietaba a los insomnes infantes.
El temor a lo desconocido, habitualmente el folklore latinoamericano lo puebla de fantasías de almas penantes que de alguna forma escaparon del tormento eterno, o simplemente nunca hallaron el camino al paraíso.
Los serenos, veladores o celadores únicamente cumplían un papel esencial y de suma importancia, guardando el sueño y la tranquilidad de la mayoría, pero eran mal entendidos, en especial por niños, y algunas veces por otros no tan niños.
Esencialmente fungían de guardián de todo aquello que nosotros aborrecemos, un trabajo que ninguno de nosotros puede (y muchas veces ni deseamos hacer), es por ello que en la literatura son personajes oscuros, prácticamente la humanización de la Parca y Hades.
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