Concepto o Significado de la palabra Veleidad
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El sustantivo veleidad hace referencia al carácter caprichoso y antojadizo de ciertas cosas y hechos en la vida diaria, si se considera la existencia desde un punto de vista antropocéntrico.
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Pero… ¿Qué es la Veleidad?
Esta palabra deriva del vocablo latino volo, que significa “querer” y es raíz fonética de diferentes palabras, tales como “voluptuosidad” y “voluntad”, de allí se adaptó al francés la palabra velléite, y pasa al castellano en forma de veleidad.
El término usualmente es usado para humanizar ciertos hechos producto del azar y dotarlos de voluntad y deseos característicamente humanos. Igualmente la expresión sugiere un carácter inconstante y variable de tales hechos cotidianos.
La costumbre de dotar de sentimientos y costumbres exclusivamente humanas a vicisitudes que no las poseen, es una costumbre muy antigua en la raza humana. El panteísmo de muchas culturas primitivas ilustra y cumple esta función de humanización.
En la mitología griega es usual observar este fenómeno literario-teológico, deidades y semidioses son usados para personificar ideas filosóficas complejas, tales como la paradoja sobre el carácter aleatorio del destino versus el determinismo de la naturaleza.
Para ilustrar estas ideas, las culturas antiguas acuñaron términos para explicarlas y resumir en una palabra una amplia explicación creativa y poética, que dotaba de caprichos y antojos humanos al curso de la vida.
Al usar esta palabra, se describe la poca precisión e inseguridad de una determinada situación, aunque su carácter aleatorio no parece tal, sino que sugiere una cierta voluntad que controla dicha situación detrás del escenario, más allá de lo evidentemente tangible.
Para los antiguos sabios, esta voluntad puede recibir diversos nombres, la diosa fortuna, el destino, la parca etc. quienes con sus caprichos dirigían los caminos del hombre. Actualmente nombramos como veleidad a una situación, aunque aleatoria, caprichosa.
No obstante, este aparente capricho del destino y la vida es una mera ilusión, producto de nuestro afán de encontrar patrones en hechos aislados, es decir las “veleidades de la vida” son producto de la apreciación de quien las observa.
Comparación entre veleidad y abulia
Cuando el término es usado para describir el temperamento de una persona caracteriza a aquellos de poco animo e inconstantes en sus caminos. La veleidad es más que un simple desanimo, una persona veleidosa cambia constantemente de ánimo.
Similarmente, una persona abúlica manifiesta una inconstancia de ánimo, así como una gran cantidad de metas inconclusas, en especial aquellas a corto plazo, es por ello que resulta difícil diferenciar una persona abúlica de una veleidosa.
Generalmente una persona veleidosa tiene buen ánimo y voluntad al momento de realizar acciones y emprender trabajos, sin embargo, cambia de parecer constantemente, y esto genera inconstancia en su forma de conducirse en la vida.
La persona veleidosa tiene dificultad al momento de tomar decisiones, posponiéndolas reiterativamente, por eso su inconstancia surge de su capricho y su estado de ánimo, siendo ambos los que conducen su manera de actuar.
En cambio, una persona abúlica manifiesta un constante desanimo que de igual forma la hace inconstante en todo aquello que emprende. Ciertos tipos de depresión ocasionan a la abulia en sus etapas tempranas, como síntoma de alarma.
Por su parte, la veleidad hace que la persona se involucre con ánimo en nuevos proyectos, pero los abandona con facilidad para cambiar sus intereses, el desánimo puede estar presente en este tipo de temperamentos pero no es constante en su forma de ser.
La veleidad es un defecto de carácter que se debe mejorar, en cambio la abulia es una condición que debe ser tratada medicamente como un síntoma de una posible depresión, aun así, ambas condiciones pueden corregirse.
Las personas veleidosas son tachadas de caprichosas, inconstantes y en algunos casos de excéntricas. Muchos genios en la humanidad han manifestado este temperamento, Leonardo Da Vinci es quizás el caso más emblemático y notorio.
Otros puntos de vista acerca de la veleidad
Para algunos filósofos la veleidad era un término usado para describir un estado de voluntad mediocre, es decir, el mínimo de voluntad que debía mostrar una persona antes de considerarse indiferente y desanimada, lo mejor de lo peor.
Gottfried Leibniz en su obra filosófica Teodicea, diserta acerca de la veleidad como una serie de voluntades condicionadas a una premisa, que de no cumplirse, no impulsan el deseo de realizar otras determinadas acciones.
Igualmente Leibniz señala que de una u otra forma, todos los seres humanos somos veleidosos, ya que siempre estamos motivados por alguna razón que mueve nuestra voluntad, mientras que Dios, como ser puro y perfecto no está sometido a la veleidad.
De hecho, en su filosofía es Dios mismos quien impulsa al ser humano a moverse desde su concepción hasta la muerte. Esta visión mecanicista de la realidad y el cosmos era común en el siglo XVIII, es decir no había causa sin efecto previo que la originase.
Aun así, la veleidad de Dios, como arquitecto del universo era la explicación final en donde las brechas del conocimiento no permitían dar una explicación lógica a ciertos aspectos en el mundo, subyaciendo una explicación mística donde la ciencia no bastaba.
Restos de este pensamiento medieval aún quedan en las denominadas leyes físicas. Tales leyes físicas se consideraban establecidas por dioses para ordenar el curso del mundo, según esto, se puede decir, por ejemplo, que la ley de gravedad es una veleidad divina.
En otras palabras, el termino ley se acuño para explicar por qué un determinado mecanismo físico adquiría ciertos valores constantes o expresiones matemáticas específicas, subyaciendo la idea de que esto es producto de una veleidad divina
Esta visión encierra que la veleidad divina es perfección, hecho inapreciable a simple vista por la mortal raza humana, caída en pecado original. Dicho pecado entenebrece la visión espiritual y perfecta de los mecanismos ocultos que mueven el cosmos.
Igualmente el pecado original y la caída, hace que nuestra veleidad se transforme en una flaqueza de carácter, y por lo tanto, en algo negativo de nuestros valores morales, mientras que en Dios es una fortaleza debido a la perfección innata de una deidad.
En conclusión, la veleidad es indeseable y puede ser un obstáculo al pleno desarrollo de nuestras capacidades y talentos, porque nos conduce a ser impulsivos y sin un propósito fijo, desconcentrando nuestro papel en la sociedad, y por ende, perjudicándola.
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